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Endeudamiento: Por qué la morosidad en Chile está creciendo entre los 30 y 44 años

Este rango etario es uno de los que terminó el año recién pasado con la mayor cantidad de personas con morosidades publicadas. Los expertos dicen que en este grupo hay una mayor estabilidad laboral que les permite asumir más riesgos financieros, una situación en la que hay que tener cautela frente al actual contexto económico.

En medio de un momento complejo para la economía, las cifras de endeudamiento de los chilenos no proyectan un panorama muy alentador para este año, con un freno en la caída del número de deudores morosos, un fenómeno que venía desarrollándose con fuerza hasta mediados de 2022.

De acuerdo al 39° Informe de Deuda Morosa -elaborado por la Universidad San Sebastián y Equifax-, el trimestre octubre-diciembre cerró con 4.126.570 personas con morosidades publicadas a nivel nacional, lo que representa un alza de un 0,3% respecto del trimestre anterior y de un 2,1% si se compara con diciembre de 2021. La mayor parte de las personas en esta situación se concentra en el retail (45%), seguido de la banca (26%) y las actividades financieras y seguros (15%). Del total, 2.004.403 son hombres quienes, si bien son menos que las mujeres deudoras, anotaron su cuarto aumento consecutivo en la cantidad de personas publicadas.

Al realizar un análisis por segmento etario, el informe evidencia que el segmento entre 30 a 44 años tuvo el mayor incremento de morosos en un año, con un alza de 81.910 personas respecto a igual trimestre de 2021. Así, actualmente el rango más productivo de la población exhibe una cantidad de 1.582.988 personas publicadas, con un monto de deuda promedio que alcanza los $2.060.380, cifra que disminuyó un 1,1% en relación al trimestre anterior, pero que continúa siendo considerablemente más elevada en comparación a la deuda alcanzada por las personas entre 25 y 29 años.

“La mora en este grupo etario aumenta considerablemente, pasando de un promedio de $873.663 entre los 25-29 años, a $2.060.380 entre los 30 y 44 años, el rango de edad considerado como más productivo. Se trata de un aumento de un 136% el cual se explica por los compromisos financieros que una persona se ve obligada a adquirir en determinadas condiciones, como al tener hijos, comprar una propiedad, un vehículo o pagar estudios”, explica Ignacio Bunster, director de asuntos corporativos de Equifax.

Para Esteban Carrasco, director de la Escuela de Negocios de la Universidad San Sebastián, esto se vincula a la estabilidad laboral que experimentan los chilenos durante ese momento de sus vidas: “Tienen mejores empleos y más estables, esto les permite tomar algunas deudas asociadas a créditos hipotecarios y otras de consumo como, por ejemplo, un auto, una remodelación o un viaje”.

Un comportamiento de consumo que también se ve potenciado por las innovaciones tecnológicas incorporadas a la vida cotidiana y a los modelos bancarios, las cuales hacen que actualmente sea mucho más simple adquirir grandes cantidades de dinero o bienes costosos, algo que en un escenario adverso puede llevar al impago de esos compromisos financieros.

“Si al acceso al financiamiento casi instantáneo le sumamos la movilidad y compañía permanente -a través de los smartphones- de todo tipo de publicidad y estrategias comerciales con música, información y contenido audiovisual de productos y servicios de los más diversos orígenes alrededor del mundo y en todo tipo de redes sociales de las cuales este segmento de la población es usuario activo, se genera el ecosistema perfecto del ‘poder poseer’”, comenta Lucrecia Salim, socia fundadora de Finfit, quien detalla que esa es “la base de esta lógica de consumo que trae como consecuencia la trampa del sobreendeudamiento, excediendo la capacidad de pago por la elevada carga financiera en la que se traduce y derivando en el aumento de la morosidad”.

Ordenar el presupuesto, la clave

Las proyecciones para este nuevo año, en el cual se espera una contracción del PIB acompañada del aumento del desempleo y la informalidad, muestran que los ingresos de las familias se mantendrán afectados al igual que su capacidad para cumplir con sus compromisos crediticios. Una situación que puede afectar a este segmento, donde se ubican más de 3,7 millones de habitantes del país, muchos de quienes son hoy jefes y jefas de hogar.

“Para este año se espera que la capacidad de pago disminuya, asociada a una menor actividad económica, menor empleo y salarios que crecen menos que la inflación”, confirma Carrasco.

Frente a ello, “se vuelve cada vez más importante llevar el control del presupuesto familiar,

con una revisión periódica y ajustándose conforme a la inflación”, complementa Salim, quien destaca la necesidad de incorporar al presupuesto un fondo de emergencia para evitar contraer nuevas deudas, manteniendo un control estricto de los gastos.