En tiempos de crisis, es indispensable incentivar el uso responsable de las herramientas de apoyo financiero que ofrecen distintas instituciones para que las personas no adquieran deudas que sobrepasen su capacidad de pago. Es la conclusión a la que llegan dos expertos tras el análisis de las cifras arrojadas en el XXXVII Informe de Deuda Morosa.
En Chile, más de cuatro millones de personas se encuentran en situación de morosidad, de acuerdo al XXXVII Informe de Deuda Morosa realizado por Equifax y la Universidad San Sebastián, con datos correspondientes al período abril-junio 2022. La cifra representa un aumento de 28 mil personas respecto al trimestre anterior y, para muchos, se trata de una realidad previsible en medio del complejo escenario económico.
El documento revela que la mayor cantidad de deudores está en el retail. Sin embargo, la deuda más importante se mantiene con la banca. Pero, a pesar de todo, el crecimiento de los llamados nuevos morosos se detuvo, es decir, aquellas personas que no presentaban deudas impagas en períodos previos de medición.

“El efecto es realmente positivo si esta tendencia se perpetúa. Creo que una mayor noción sobre la importancia de la educación financiera y más interés por acceder a ella, puede estar impactando en las nuevas generaciones”, sostiene Ignacio Bunster, director Legal y de Asuntos Corporativos de Equifax. Y es que las personas pueden saldar sus deudas en el plazo si logran calcular una adecuada carga financiera, alineada a su capacidad de pago.
El aumento en el número de morosos intermitentes, es decir, quienes tienen al menos una deuda publicada en los últimos 12 meses, era esperable, comentan en Equifax. Habrían influido en ello dos factores: el fin de las ayudas estatales que surgieron en respuesta a las dificultades económicas asociadas a la pandemia y el efecto en la liquidez que provocaron los retiros previsionales. Adicionalmente, los niveles de inflación que no se veían en el país desde hace 28 años están afectando la capacidad de pago.
“Vemos con preocupación que, prácticamente, cuatro de cada cinco personas morosas lo son por 12 meses seguidos, y un tercio lo ha sido por 48 meses seguidos. Esta morosidad -permanente y estructural, respectivamente-, debe ser abordada como política de Estado”, afirma Alejandro Weber, decano de la Facultad de Economía y Negocios de la Universidad San Sebastián.
Lógicamente, la inflación provoca que las tasas de interés suban, lo que hace más caro endeudarse y, por lo tanto, esto debería frenar el consumo y el endeudamiento. Pero este escenario también puede impulsar el número de morosos, dado que el poder adquisitivo disminuye y las condiciones de pago son más exigentes.
Cómo cambiarlo
“La estrategia para disminuir el nivel de mora pasa por dos líneas. La primera es mejorar la educación financiera. Es fundamental -para empoderar a las personas- entregarles herramientas para conocer su capacidad crediticia y evitar el sobreendeudamiento. Debemos contar con la mejor y mayor información posible para identificar y evaluar la capacidad financiera, y así lograr un endeudamiento responsable y el pago de sus compromisos a tiempo”, comenta Ignacio Bunster.
Según Alejandro Weber, con más de US$ 8.500 millones en deudas impagas en el país, las pérdidas son generales: pierden las empresas, que no pueden acceder al capital adeudado; pierden las personas, pues al caer en el registro no pueden acceder a nuevo financiamiento; y pierde la sociedad, porque se destruyen las confianzas necesarias para avanzar en desarrollo y oportunidades.
¿Cómo abordar el problema? Identificando muy bien las causas. “Si asumimos que el principal motivo de la morosidad es el menor acceso a ingresos en las familias, entonces tenemos que retomar con fuerza la discusión por el crecimiento económico, con incentivos a la inversión, la creación de empleos y la formalización de cerca de un 27% de trabajadores que hoy permanecen en la informalidad. Esta es la mejor forma de generar ingresos permanentes para las familias”, añade Weber.
Pero lamentablemente, el país hoy atraviesa un escenario que combina los peores ingredientes: alta inflación con estancamiento económico. Esto se verá reflejado en la destrucción de empleos y el aumento de la morosidad. Por eso es tan urgente retomar un plan para volver a crecer, estimular la inversión y crear empleos formales, advierten los expertos.
El académico comparte la idea de una política agresiva de educación financiera en colegios, centros de formación técnica, universidades, gremios y en las empresas, así como en algunos grupos de riesgo, especialmente en hogares vulnerables. “Hay una brecha en nuestra política educativa y debemos cubrirla a la brevedad”, dice.
A la fecha, los créditos hipotecarios y de consumo representan el 60% de los montos totales morosos en varones. En el caso de las mujeres, los créditos están, principalmente, en el retail, donde las barreras de entrada son más bajas. “De esta forma, vemos que el comportamiento de la morosidad por género también es un reflejo del funcionamiento de nuestra economía y del mercado laboral”, concluye Ignacio Bunster.